viernes, 20 de julio de 2007

Todo el tiempo posible navegar en la altura...

Todo el tiempo posible navegar en la altura
sino la vida es dura porque sí

Estos versos de “Mi bandera” de Andrés Calamaro me producen un efecto parecido a la alegría, una sensación de acuerdo, esa que aparece cuando alguien talentoso y conocido dice algo que uno hubiera querido decir. En realidad no sé lo que Calamaro quiso decir con esto de “navegar en la altura”, y mi intención no es interpretarlo sino contar lo que me suscitó y a partir de aquí ya la responsabilidad es mía.
Cuando escuché: “todo el tiempo posible navegar en la altura” me acordé de este fragmento de Moby Dick, en el que Herman Melville habla de un fenómeno que creo que es del mismo orden. Una vez que el Pequod, el barco que salía a la caza de la ballena blanca, fue remolcado y estuvo fuera del muelle, se lanzó al Atlántico: “Encaró con toda la furia de la que era capaz las olas malignas y desafiantes en una de las noches más frías de invierno”. Y en ese momento, Ismael, el narrador y único sobreviviente del desastre final reflexiona: “El puerto es hospitalario y un reparo para toda orfandad; el puerto es misericordioso; en el puerto están la seguridad, la comodidad, el hogar, el alimento, las tibias mantas, los amigos, todo lo que nos es grato a los habitantes de este mundo. Pero en la tempestad, el puerto, la tierra es el peligro más cruel para la nave. La nave debe huir de toda familiaridad. Por eso la nave debe desplegar todas sus fuerzas y de hecho despliega todas sus velas para apartarse; al hacerlo, lucha contra los vientos que procuran llevarla hacia el hogar(…) se lanza tercamente hacia el peligro; encuentra consuelo solo en su peor enemigo!(…) ¿Puedes vislumbrar esta verdad intolerable para los mortales que todo pensamiento profundo y honrado no es sino el intrépido esfuerzo del alma para mantener la libre independencia de su mar, mientras que los desaforados vientos que habitan cielo y tierra conspiran para arrojarla contra la costa cobarde y traidora?”
Pienso en algunas frases que usamos cotidianamente en la costa “cobarde y traidora”:
- Y…ya aguanté tanto tiempo…
- No tengo ganas, pero…¿Cómo no voy a ir?
- Si le digo lo que pienso de el/ella…se arma…
- ¿Cómo no los vamos a invitar?
- Tengo que ser sociable para no quedarme solo
- Tengo que complacerlos para que me cuiden cuando sea vieja…
Y otras innumerables que cada uno conoce.
La vida “mar adentro” es dolorosa, pero tiene su recompensa: la parición de un pensamiento/hecho “profundo y honrado”, un actuar genuino. La vida en el puerto, en cambio, es dura “porque si”. El crecimiento trae dolor, pero el sostenimiento de lo viejo trae una consecuencia bastante menos fecunda: el sufrimiento.

3 comentarios:

Cristina dijo...

Hola Moni,
quiero contarte que tu blog me gusta mucho, leí tus artículos (entradas) y me resultaron algunos temas conocidos, otros no tanto, en general esclarecedores, me quedé pensando algunas cosas como la frase de la canción de Calamaro y lo que de ella te tocó a vos, así que lo primero que te digo es ¡gracias!, porque además sé, por haberlo intentado, que hacer un blog y mantenerlo activo es un esfuerzo, es laburo, y sobre todo darle continuidad.
Felicitaciones por el emprendimiento y mucha merde!!!
Cris

Silvina dijo...

Hola Moni, estuve leyendo los artículos y me sirvieron mucho. Gracias por haberme avisado que estabas haciendo este blog. Un beso
Silvina

trisi dijo...

MOni, copado este artículo, me encnata como relacionas cosas, sos una maza!!!!!