lunes, 8 de octubre de 2007

Con el mazo dando...y a Dios inventando





Nada se edifica sobre la piedra, todo sobre la arena, pero nuestro deber es edificar como si fuera piedra la arena.... J. L. Borges

El desatino controlado no es un engaño en sí, sino un modo sofisticado y artístico de separarse de todo sin dejar de ser una parte integral de todo. Don Juan Matus.





¿Podemos correr para llegar a tiempo al trabajo aún con la íntima sospecha de que el tiempo es una ilusión?, ¿Podemos estar comprándonos una casa sin olvidar que toda forma de propiedad es ilusoria?, ¿Podemos guiarnos por nuestras necesidades individuales, concientes de que sólo podemos funcionar complementándonos con los demás?
Por más que Copérnico descubriera que no somos el centro del universo, para nosotros el sol sigue “saliendo”. A pesar de que sepamos que los átomos son sólo un minúsculo punto de materia realmente densa rodeado de una nube confusa de electrones que aparecen y desaparecen de la existencia, seguimos apoyando los platos sobre la mesa teóricamente vibratoria (y no se caen) . Cuando los físicos buscan la unidad más pequeña de constitución del universo, lo que encuentran es "una conciencia abstracta pura que sube en ondas de vibración", pero aún así, y por suerte, existe el choripan que es algo concreto y se deja morder.
Aunque podamos llegar a concebir la existencia de un Todo del que holográficamente formamos parte, para operar en la vida cotidiana las viejas hipótesis nos resultan muy sensatas a veces.
Desde el punto de vista de la epistemología, es posible ver/ concebir el mundo de una forma lineal, “disociativa” o de una forma circular , sistémica o “integradora” (*). Si vemos en una forma lineal, concebimos ante todo separación, entre nosotros y los otros, el adentro y el afuera, lo físico y lo mental. Planteamos pares de opuestos: es esto o es aquello. Defendemos nuestro “yo” separado y creemos que hay verdades. Exaltamos la lógica, el pensamiento racional y la existencia de pasado y futuro.
Si concebimos de forma integradora, consideramos que todo es proceso, que la causalidad es circular, y que nuestro “yo” es parte entre las partes. Tratamos de utilizar lo mínimo de cerebro izquierdo, “pensar” lo menos posible, o de la forma más eficaz posible para poder coordinar razón e intuición. Relativizamos la noción de tiempo.
¿Cómo puede resolverse la paradoja de ver al mismo tiempo lo sólido y lo vibratorio, lo intuitivo y lo racional, la parte y el todo? ¿Se pueden concebir a la vez la visión lineal del mundo y el paradigma circular y recursivo o una de las epistemologías necesariamente proscribe la otra?
Si se considera a la visión lineal como sólo una parte de la visión integradora que la abarca, se puede concebir que lo que puede aparecer como un par de opuestos simétricos puede ser integrado en una unidad superior. Lo que se presenta como “esto” o “aquello” puede verse formando parte de una relación complementaria en la que se superponen diferentes niveles de recursión.
Si nos interesa que nuestra visión del mundo, -que siempre estará en un punto situado entre las dos formas de ver- se expanda, este recurso clasificatorio que nos permite el lenguaje puede ayudarnos.
Si nos planteamos disyuntivas como por ejemplo: ¿razón o intuición?, utilizando este recurso podemos pensar en un tipo de pensamiento racional, útil para operar, pero funcionalizado y ordenado de forma que favorezca la comprensión intuitiva, que a su vez, favorecerá el desarrollo de un pensamiento útil…
Si nos preguntamos: ¿es posible o no tener alguna certeza? Podemos ver que para actuar cotidianamente necesitamos utilizar, aunque sea a modo de herramientas, ideas que para nosotros funcionen como verdades. Al mismo tiempo podemos concebir que, siendo que el observador modifica lo observado, no podemos dar cuenta del mundo, sino sólo de nuestra relación con él. Si como observadores estamos cambiando constantemente, sería muy difícil concebir certezas o verdades que no puedan ser relativizadas. Esta concepción puede volver sobre nuestras “pequeñas certezas cotidianas” modificando nuestro interés de defenderlas al punto de pelear por ellas...
Si pensamos: ¿Primero yo o primero los otros? podemos considerar que, aunque en principio sólo podemos dar cuenta de nuestras propias necesidades, aun sin postergarlas podemos observar nuestra conducta a la luz de la metaidea de que nos conviene a todos coordinarnos para potenciarnos, y el resultado de esa potenciación puede resultar en una mayor satisfacción a nuestras propias necesidades o en un cambio en nuestra forma de necesitar...
Así como el “angostamiento” tiene que ver con la angustia, la práctica de esta doble mirada, al permitirnos ampliar la visión/construcción del mundo, puede tener efectos satisfactoriamente vitalizadores sobre nuestra forma de vivir.

(*) la idea de que pueden concebirse una epistemología disociativa y una epistemología integradora pertenece al corpus hipotético de la materia “Comunicación Humana y Sistemas Humanos” y está desarrollada en el artículo: “Implicaciones pragmáticas de la epistemología sistémica”, en Recorrido de ideas, 1984/1990 de Rubén León Makinistian.