sábado, 7 de julio de 2007

¿A qué estamos jugando?

Sé quien vigile los peligros que me acechan,
mientras estoy siendo el que, como centinela
apostado frente a tu puerta, vigilo para intentar
impedir que te enredes en la adherencia
de los peligros que te acechan...
Volvamos nuestra atención sobre esto último:
ya que probablamente no haya hecho que descuelle
más, más elevado, más eminente,
en la vida,
que el de cuidarnos mutuamente.
Frag. Poema 10. Espacios y Silencios. Rubén León Makinistian.



“Tres reyes mandan en el poker y no significan nada en el truco”, dice Jorge Luis Borges en “El arte de injuriar” (1) , analizando “los métodos del escarnio” y sorprendiéndose por el hecho de que hasta el oprobio tenga un alfabeto convencional: “ El burlador procede con desvelo, efectivamente, pero con el desvelo de un tahur que admite las ficciones de la baraja, su corruptible cielo constelado de personas bicéfalas”.
En cada una de nuestras interacciones aceptamos a la vez los límites y las posibilidades de un mazo cuyas cartas quizás no conozcamos, pero sabemos usar.
Nuestras conductas constituyen mensajes que adquieren su significación sólo dentro del contexto en el que transcurren. Para Gregory Bateson “el contexto puede considerarse como un término colectivo que engloba todos aquellos acontecimientos que dicen al organismo entre qué conjuntos de alternativas debe efectuar su próxima elección” (2). Las alternativas entre las que podemos elegir, las cartas de que disponemos para jugar y las reglas para jugarlas, que son factores condicionantes de lo que digamos y de cómo lo digamos, son también posibilitadoras de la construcción de sentido en las interacciones. Estas alternativas son también limitadoras y posibilitadoras de la forma en que lo que decimos o no decimos es recibido por nuestros interlocutores.
Algunos de los marcos que contribuyen a determinar qué decimos ,a quién se lo decimos y en qué circunstancias lo hacemos son:
La cultura a la que pertenecemos: “los significados que asignamos a los aspectos del mundo son una construcción de la realidad aprendida en la socialización dentro de cierta comunidad de lenguaje”. (3)
La lengua en la que hablamos: la percepción del mundo nos viene programada por nuestra lengua materna. “Vemos el mundo entre las mallas de ese filtro hecho por el hombre; proyectamos sobre el mundo de los fenómenos las relaciones que hemos aprendido a observar entre las partes del habla; interpretamos lo que está ocurriendo en términos de una lógica de causa y efecto que está inserta en nuestra gramática”. (4)
Las reglas internas de los sistemas que integramos: los humanos nos agrupamos formando sistemas, complejos de elementos en interacción. Dentro de estos sistemas (familias, equipos de trabajos, grupos de amigos), existen pautas, explicitadas o no, que determinan los comportamientos de sus miembros. Dentro de estos sistemas la información no circula entre sus integrantes de forma aleatoria. Algunas cuestiones se informan a ciertas personas y no a otras, o no se dan a conocer a cierto miembro hasta que no estan en conocimiento de otro. En algunas familias existen datos que circulan entre hermanos y no se hacen saber a los padres, o es siempre uno de los padres el que informa al otro acerca de cuestiones relativas a los hijos y no lo hacen éstos directamente, y la transgresión a alguna de estas pautas puede vivirse dentro del sistema como una traición.
Las historias relacionales que compartimos: las conductas que mostramos dentro de cada una de las relaciones que establecemos, son seleccionadas de acuerdo a las normas dictadas por nuestra historia común. No somos los mismos en todas nuestros vínculos, sino que nos comportamos de una forma particular dentro de cada uno de ellos. Según el corpus hipotético de la materia “Comunicación Humana y Sistemas Humanos”, cada una de nuestras conductas son aportes cognitivos en las relaciones. Las “proposiciones cognitivas” de los integrantes de un sistema humano se amalgaman o alían en una integral consensuada que constituye el “esquema cognitivo”. “ (...) Puede afirmarse que el “esquema cognitivo” legisla el vínculo; esto es, que en él están registrados, genérica o específicamente, los permisos y las prohibiciones o abstenciones, o, digamos, lo que puede demandarse y lo que no es requerible (...)” (5) .



(1) Borges, Jorge Luis. Historia de la eternidad. Obras completas 1923-1972. Buenos Aires, Argentina, Emecé Editores,1974
(2) Bateson,Gregory, Pasos hacia una ecología de la mente, Barcelona, España, Planeta-Carlos Lohlé, 1976
(3) M.L. De Fleur, y S. Ball-Rokeach, Teorías de la comunicación de masas, Barcelona, España, Paidós Comunicación, 1982
(4) J. Samuel Bois, The Art of Awareness: A Text Book of General Semantics and Epistemics. Citado en: M.L. De Fleur, y S. Ball-Rokeach, Teorías de la comunicación de masas, Barcelona, España, Paidós Comunicación, 1982.
(5) Makinistian, Rubén L., El “esquema cognitivo” en el libro Notas a conceptos de la materia “Comunicación Humana y Sistemas Humanos” (1996-1997), Rosario, Santa Fe, Argentina, 1997

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